Relatos – Rubbairlines

Rubbairlines

 

Gerhard se sobresaltó cuando su compañero de oficina le interrumpió para contarle a los gritos los últimos resultados de la copa europea.
-Si, si, dijo, ni me lo digas, no me quiero deprimir….. – y continuó leyendo los mails en su laptop.

Ya era mediodía y aprovechando la hora de almuerzo se dispuso a buscar en la red alguna idea para el regalo de aniversario. Hacía 10 años que estaba casado con Beate, y esta vez quería sorprenderla con algo especial.
Su esposa, por su lado, estaba en su oficina haciendo lo mismo. Luego de casi 15 años como pareja fetish, pensaba que ya no quedaba nada nuevo para compartir con su marido.
Tras varios días de infructuosa búsqueda, Beate se contactó con Elke, su mejor amiga del grupo de entusiastas del látex, para ver si podía darle alguna idea fresca.

Con mucha soltura, Elke le sugirió que hiciera un viaje fetichista
Beate le dijo:
– Si, lo he pensado, pero ¿a donde podemos estar cómodos con este fetiche? No existe tal lugar -.
– Mmmhh – sonrió Elke – creo que tengo algo justo para ti – y sacó de su cartera un colorido  folleto turístico.
– Mira – dijo Elke – la dueña de este complejo turístico solo trabaja por recomendación. No la busques pues no las vas a encontrar en ninguna agencia. Pero por fortuna yo te puedo recomendar -.
– Y que ofrecen? – dijo curiosa Beate.
– Esto es todo lo que estabas buscando y más. Déjame que te cuente…..- Y pasaron largo rato hablando, mientras Beate abría los ojos de asombro y picardía.
– Me convenciste – dijo – es exactamente lo que soñaba, si hasta parece sacado de un sueño!, eres un amor!.

Al llegar Beate a casa, Gerhard estaba ya enfundado en su catsuit de látex, a punto de ponerse el mordillo inflable en la boca. Se detuvo y le dijo:
– Te estaba esperando Gummi-B!, nunca llegas tarde a tu sesión, ¿qué paso? -.
– ¿Que paso? – te diré – te gane de mano, ya he elegido mi regalo de aniversario! -.

Gerhard hizo una mueca como sabiendo que esto iba a dolerle mucho a su bolsillo.
No pasaron más de cinco minutos y ya Beate estaba colocándose su catsuit, mientras Gerhard la esperaba sobre el sofá de látex.
Ella apareció por la puerta, su rostro cubierto por una mascara de látex solo dejaba ver sus ojos y una boca pintada. Se había puesto su ajustado corset rojo y botas altísimas.
Al verla Gerhard fue hacia ella.
Beate dijo seria – Que sea la ultima vez que no estas listo cuando llego!. Sabes lo que debes hacer ahora -.
Gerhard sin decir nada se arrodillo y comenzó a besar sus botas.
Tres días después, Beate llamó al número que aparecía en el folleto. Tras la música la atendió una voz femenina que dijo:.
– Buenos días soy Eva, en que puedo ayudarla? -.
– Hola, si, mire una amiga me recomendó y quería conocer los paquetes que ofrecen. Con mi pareja queremos festejar nuestro 10° aniversario -.
– Oh, claro, necesito primero que me diga el código de recomendación que su amiga le dio – dijo Eva.
– Por supuesto – dijo Beate – el código es QJHU54LO89JHG -.
– Muchas gracias, aguarde un momento por favor -.
Tras casi dos minutos de música ambiental Beate ya estaba impaciente.
– Gracias por esperar Sra. Schloss, su amiga ha confirmado la recomendación, ahora le contaré qué tenemos para ofrecerle – dijo amablemente Eva y prosiguió – Este es un servicio único en el mundo. Hemos creado un espacio exclusivo para nuestros clientes, un lugar ideal para que se sientan a gusto -.
– Si, mi amiga me ha contado – dijo Beate – pero me gustaría conocer todas las opciones -.
– Si claro, la invito a que se acerque a nuestras oficinas citas en el 203 de Kaiserstraße. La esperamos cuando desee -.
– Esplendido!, esta misma tarde iré – dijo Beate.

Esa tarde se retiró de la oficina un poco más temprano y se dirigió en su auto hasta la dirección. Al llegar tocó el timbre y una voz dijo – si? -.
– Hola soy la Sra. Schloss, tengo una cita.
– Oh, claro pase por favor – dijo la voz.

La puerta metálica se abrió, Beate entró e inmediatamente se cerró tras ella.
El Hall era amplio, con dos sofás y una mesita. A Beate le llamó la atención que todo estaba revestido de látex, pero con muy buen gusto.
Una figura femenina apareció caminando. El sonido de sus tacos resonaba. Estaba completamente enfundada en un catsuit de látex gris y su rostro cubierto por una máscara que dejaba ver solamente los ojos y la boca.
– Hola Sra. Schloss, soy Eva, pase por favor -.}
Beate la miró y dijo
– Encantada, Vaya!, esto me gusta! -.
– Oh, créame, esto no es nada, siéntese por favor -.
Eva se sentó junto a ella y abrió una carpeta que tenía en sus manos. Extrajo varios folletos y se los dio a Beate, luego le dijo:
– Desea tomar algo? -.
– Bueno, un té estaría bien – respondió.
Eva hizo un ademán y una mujer vestida en traje de mucama de látex se acercó sosteniendo una bandeja.
– Verá Sra. Beate, nuestros servicios son globales, incluyen los pasajes aéreos volando con nuestra propia aerolínea. La primera aerolínea con servicio fetish del mundo. A su vez las instalaciones de nuestro complejo turístico son absolutamente funcionales y están pensadas para una estadía ideal, donde pueda vivir, compartir y disfrutar este estilo de vida en sus vacaciones.
El complejo se encuentra ubicado en una isla privada en el mediterráneo. Solo se puede acceder a ella por invitación – Explicó Eva.
– Ahá, y que incluye? – dijo Beate.
– Verá, los pasajes aéreos ida y vuelta, la estadía de 14 noches en el hotel, todo incluido, acceso a tiendas fetish con todas las prendas y accesorios imaginables. Puede elegir entre más de 8 tipos de habitaciones, adaptadas según las prácticas que mas les agraden a uds. Tenemos eventos diarios recreativos y clínicas. Pero también puede disfrutar de las playas paradisíacas o de cenas intimas o lo que su imaginación diga. Este lugar esta pensado para su deleite -.
Beate bebió un sorbo del te y dijo:
– Espectacular!, me encanta. Y la tarifa? -.
– Pues por este servicio, estamos ofreciendo una tarifa muy competitiva – dijo Eva – El paquete completo para dos personas por 9300€ -.
Beate la miró un tanto seria por un momento, pero luego dijo:
– Bueno, esto no es algo que se vea todos los días. Esto es único -.
– Exacto!, piense que incluye los viajes en Fet-class  y hasta 5 prendas a elección -.
– ¿Fetclass?, ¿qué es eso? – preguntó Beate.
– Fetclass es la categoría del pasaje. Es la 1° clase fetish. En este folleto que le dejo le muestran todo lo que puede hacer a bordo -.
Beate miró el folleto y las fotos le hicieron volar la imaginación. Eva se dio cuenta de esto y rápidamente dijo:
– Entonces, ¿para cuándo le reservamos Sra. Beate? -.
Beate dijo sin pensarlo – en 3 semanas ¿Se puede pagar en cuotas? -.
– Por supuesto! – dijo Eva – somos una empresa de turismo regular pero también tenemos una división fetish exclusiva -.

Luego de cerrar los términos y el pago, Beate se dirigió a la puerta acompañada por Eva, quien le dio antes de irse una carpeta con folletos.
– Aquí tiene las respuestas a todas las dudas que tenga Sra. Schloss, igualmente no dude en consultarnos por cualquier motivo. Mi numero directo esta allí. Llámeme cuando desee -.

Esa noche Beate le contó todo a su marido, quien se entusiasmó por lo que oyó. No podía esperar a que llegara el día de partir.
Esa mañana, Beate se levantó temprano, desayunó y preparó las valijas. Llevaba solo una muda de ropa convencional y el resto era toda su colección de látex. Gerhard hizo lo mismo y se quedaron esperando el transporte.
A la hora puntual la limousine llegó y un conductor vestido con un sobretodo de látex y lentes oscuros llamó a la puerta. Beate y Gerhard tomaron sus cosas y salieron.
Al subir notaron que el auto estaba revestido internamente de látex, los asientos, los paneles, todo. El aroma al ingresar era intenso. Eso los llenó de emoción. Lo que suscitó que Beate le diera un sensual beso de lengua a Gerhard, como si fuera un aperitivo.

Viajaron hacia el aeropuerto local, que era más pequeño. Al llegar fueron llevados a una Terminal mas apartada. La puerta se abrió y una mujer enfundada en látex azul eléctrico les sonreía.
Llevaba su rostro cubierto por una mascara de látex y un corset acentuaba su figura femenina.
– Buenos días, soy Petra, por aquí por favor -.

Beate y Gerhard caminaron tras ella, sus maletas era llevadas por el chofer.
Llegaron al mostrador y la azafata, vestida de igual uniforme les dio los tickets.
Petra dijo:
– Acompáñenme al vestidor privado -.y la siguieron.
El vestidor era un pequeño recinto con asientos, espejos, una mesa, una camilla y lugar para apoyar las cosas.
Petra dijo:
– Creo que ya saben, deben vestirse de látex para viajar. Guarden toda prenda no fetish en su bolso de mano. Cuando estén listos toquen este botón y vendré a ayudarlos. Si les hace falta alguna prenda nosotros se la daremos, no se preocupen -.

Beate y Gerhard se desvistieron, tomaron las prendas de látex que llevaban en el bolso y en su lugar guardaron la ropa común. Ambos se colocaron lubricante en el cuerpo y se enfundaron en sus catsuits respectivos, que incluían guantes y pies. Se miraron y automáticamente comenzaron a desearse. Toda esta nueva experiencia les parecía increíble, pero no quisieron distraerse pues el vuelo esperaba.
Al rato tocaron el botón. Petra entró y dijo:
– Esplendido!, por favor colóquense las mascaras y tengan estos mordillos -.

Beate y Gerhard no dudaron. Las máscaras solo tenían apertura para ojos y boca. Los mordillos eran inflables y tenían un tubo de goma que los atravesaba.
Petra les mostró una caja y dijo:
– Pueden elegir a su gusto, este paquete contiene adicionales para el servicio de entretenimiento estimulativo a bordo. Uds. Deciden -.
Beate lo miró a Gerhard y preguntó
– ¿Podré controlarlo yo? –
– Si por supuesto – dijo Petra.
– Colócaselo a él entonces – dijo Beate.
Gerhard sonrió y le dijo – te amo.-.
Petra abrió la caja y con naturalidad separó los elementos, luego le dijo a Gerhard:
– Por favor  siéntese e la camilla -.
Tomó un poco de gel lubricante y bajo el cierre del catsuit de Gerhard.
Con su dedo de látex lubrico el ano de Gerhard y le insertó el tapón. Luego lo infló para dejarlo en su lugar. A continuación, tomó una funda de látex para el pene y se la dio a Gerhard. Tenía en su extremo una boquilla de la que salía un tubo de goma.
– Colóquesela por favor -.
Gerhard lo hizo. Su pene quedó completamente cubierto de látex y ya mostraba una erección muy visible. Petra les dijo:
– Pueden abrillantar sus cuerpos si lo desean, finalmente colóquense sus zapatos y haremos el embarque -.

5 minutos después, fueron conducidos por Petra por un largo pasillo, cuyo piso era una cinta mecánica muy larga. Con esto no tenían que caminar con las altísimas botas de ballet que se habían puesto los dos.
Al llegar a la puerta de embarque, vieron asombrados que a su alrededor había no menos de 80 personas completamente vestidas de látex. La mayoría con catsuits, algunos con disfraces, otros con lencería, pero todos ellos estaban enfundados y con mascaras.
– Wow dijo Gerhard, creí que viajaríamos solos! -.
– Pues no – dijo su esposa – somos mas de los que creemos -.
Un altavoz anunció la partida del vuelo y los pasajeros fueron haciendo fila.

Al ingresar por la manga Beate y Gerhard vieron que no solo  el avión era bastante grande, sino que además, estaba totalmente decorado con látex en su interior.
Un suave pero notable aroma a látex perfumaba el ambiente.
La azafata Ilse los recibió sonriendo:
– Bienvenidos a bordo – dijo.
Estaba vestida igual que Petra, con un gorrito ligeramente inclinado, dejaba notar unos prominentes pechos enfundados en apretado látex y acentuados por el corset. Gerhard la miró embobado. Beate lo vió y le dio un codazo:
– Yo sigo aquí sabes?! -.
Gerhard asintió avergonzado.
Al avanzar por el pasillo, vieron que cada par de asientos tenía mucho espacio alrededor y se cerraba con una cortina de látex, otorgando mucha privacidad. Se sentaron en sus asientos y la azafata les dijo:
– Por favor sigan este instructivo -.
Beate y Gerhard lo leyeron, eran una serie de dibujos explicativos que indicaban como prepararse para el vuelo y como utilizar los servicios.

Primero se sentó Gerhard. Beate le abrochó el cinturón. A continuación le colocó el mordillo inflable y enhebró en éste la mascarilla que bajaba del techo. Se la fijó a Gerhard sobre la boca y nariz. Luego conectó el tubo de goma que salía de su pene al colector junto al asiento. Finalmente tomó el control remoto y le dijo:
– Mejor que te portes bien, sino este será un largo y aburrido viaje para ti -.
Beate se sentó, se ajustó el cinturón y se relajó. El folleto mostraba que podía pedir toda clase de accesorios de juego durante el vuelo.

Luego de varios minutos tras el despegue el avión se estabilizó y la señal sonora le indicó a Beate que los sistemas ya estaban funcionales. Con un botón llamó a Ilse y le pidió algo para beber. Ilse le dijo sonriendo:
– Puede elegir la bebida en la pantalla y se la traeré de inmediato Sra. Si desea alguna comida sólida no dude en llamarme – y se retiró.
Beate miró a Gerhard y le dijo:
– no puedo esperar, veamos como funciona -.
Tomó del costado del asiento las gafas-pantalla y se las deslizó a Gerhard sobre los ojos, éste quedó a oscuras. Beate eligió una película y presionó Play sonriendo. Era Rubber Academy II, una de las favoritas de Gerhard, quien se relajó en su asiento.
Beate por su parte, ordenó un trago en la pantalla y la azafata Ilse apareció de inmediato con la copa en la mano.
– Si, quisiera además el dildo G-67, el de 3 velocidades –  dijo Beate.
– Oh, claro, en un momento -. Dijo Ilse y se retiró cerrando la cortina.
Al momento volvió y le entrego el juguete en su empaque nuevo.
– Puedo quedármelo verdad?, jajaja -, rió Beate.
-Por supuesto!- aclaró Ilse.

Gerhard por su lado frotaba sus manos contra su cuerpo y de tanto en tanto tomaba su pene, mostrando una gran excitación. Beate se había colocado su mascarilla y presionaba de tanto en tanto el botón “A” de su propio control. A continuación se bajó el cierre en su entrepierna y primero deslizó sus dedos sobre su clítoris.
Verlo a Gerhard en esa situación la excitaba, pero la aerolínea prohibía tener relaciones a bordo por una cuestión de comodidad y espacio.
Los dedos de Beate ya estaban empapados, por lo que tomó el dildo y lo encendió con el pequeño pulsador manual, lo apoyó sobre su clítoris y de inmediato comenzó a gemir dentro de su máscara mientras lo miraba a Gerhard que seguía absorto en su película.
Con una mano sostenía el dildo y con la otra comenzó a jugar con sus pezones. No tardó mucho en llegar al clímax.
Pero no fue todo, minutos después Beate se lanzó sobre Gerhard y le quito las gafas, Gerhard se la quedó mirando con evidente lujuria mientras ella mirándolo a los ojos continuaba excitándose con el dildo.
La situación se tornó insostenible y Beate comenzó a masajear el pene de su marido. Luego presionó el botón con la letra “A”, y un intenso aroma a látex fue inyectado al aire de la mascarilla de Gerhard, haciendo que este comenzara a gemir con más intensidad.
El juego continuó por casi diez minutos hasta que Gerhard ya no podía contenerse. La miró fijamente a su esposa, quien le respondió con una sonrisa cómplice y un vigoroso masaje.
Los ojos de Gerhard se elevaron y se tensionó en el asiento, un segundo después el orgasmo estalló…
Luego de más de una hora, Gerhard se despertó. Su esposa le había puesto una manta y estaba mirando una película en su asiento . Al ver que él se movía, lo miró y le dijo:
– ¿Cómo estás Gummi-G, quieres comer algo? -.
– Si – respondió Gerhard – tengo hambre.-.
– Pediré un almuerzo sólido, quieres? – dijo Beate.
– Bien, tomaré el pavo – respondió Gerhard.

Ya solo quedaba una hora de viaje. Luego del almuerzo y de leer unas revistas, ambos se quedaron dormidos hasta que una señal sonora los despertó. Era el Capitán anunciando que estaban próximos a arribar.
La azafata pasó por su habitáculo y les pidió que guardaran las gafas y mascarillas. Los dildos y cualquier elemento intimo lo debían guardar en el mini bolso de látex que la aerolínea les daba de regalo. Luego dijo:
– Si desean también pueden pasar al tocador -.
Luego el capitán anunció:
– Sres. pasajeros en minutos aterrizaremos en destino. Una vez allí sigan las indicaciones del  personal. Espero hayan disfrutado del vuelo y deseamos tenerlos de nuevo a bordo en Rubbairlines –

La puerta del avión se abrió y uno a uno los pasajeros fueron descendiendo por la manga. Ilse los saludaba mecánicamente a medida que pasaban junto a ella.
Salieron de la manga y el aeropuerto era bastante pequeño. Un hall con dos mostradores para hacer migraciones y no mucho más. Más allá había una mujer de mediana edad con una mirada amable pero estricta que esperaba al contingente de pasajeros. Estaba vestida con un muy elegante conjunto de pollera, camisa y corset todo de látex. Llevaba sombrero, guantes de opera, medias a tono y un par de altísimos tacos aguja. lo que le daba todo un aire aristocrático. Detrás de ella había dos figuras femeninas completamente vestidas de látex rojo con máscaras que solo tenían aberturas para sus ojos y aguardaban en silencio inmóviles.
Una vez que todos los pasajeros se congregaron a su alrededor, la Sra. dijo:
– Sean bienvenidos a este paraíso!!, yo soy su anfitriona, la Sra. Gubber. Espero hayan tenido un excelente vuelo y de aquí en mas el personal está a su completo servicio. No se preocupen por el equipaje, será llevado directamente a sus habitaciones. Por favor sigan las indicaciones de mis asistentes – Sonrió, se dio media vuelta y se retiró.

Las asistentes hicieron ademán para que los pasajeros las siguieran en fila hasta la puerta, donde varios buses los esperaban. El día estaba soleado y despejado, lo que hacia sentir el calor bajo el impermeable látex. El paisaje era suavemente montañoso, pero cubierto de una vegetación semi tropical. No muy lejos ya se divisaba el mar. Beate y Gerhard se entusiasmaron.
Luego de no más de 15 minutos de bus llegaron a las puertas del complejo. Su arquitectura era convencional, un típico hotel todo-incluido. Un gran cartel con una fuente danzante anunciaba el nombre, “GUMMI-HOTEL”.
En la recepción una multitud de asistentes silencios@s repartían tragos de bienvenida. Estaban todos completamente cubiertos de rojo látex, y solo sus ojos eran visibles.
Tras el check-in, Beate y Gerhard fueron conducidos hasta su habitación en el piso 4° del ala D. La asistente les abrió la puerta y les dio la llave, luego hizo un ademán de cortesía y se retiró en silencio.
La habitación era muy grande, decorada con muebles elegantes y mucho látex. Todas las funciones de un hotel 5 estrellas y también una maravillosa vista al mar. En la pared había una pantalla táctil donde podían pedir cualquier tipo de prendas de látex,  juguetes o servicio de habitación las 24 hs. Beate y Gerhard se miraron y sin decir más se besaron apasionadamente.

Un rato después, se quitaron las botas de ballet y aprovecharon para desempacar. Gerhard tomó una muda de ropa y se fue a duchar. Tras todos los sucesos del viaje quería refrescarse.
Beate hizo lo mismo. No pasó mucho antes de que Gerhard tomara a su esposa por la cintura y comenzara a besarla bajo la ducha.
A media tarde, se vistieron con nuevas prendas. Gerhard con una catsuit negro clásico que dejaba pies y manos descubiertos. Mientras que Beate se puso un leotardo verde, una mascara con ojos y boca y un par de guantes de opera. Así, tomados de la mano, salieron a recorrer las instalaciones.
Las tres grandes piletas vibraban de actividad. Muchos pasajeros nadando, otros en el bar acuático y otros caminando. Absolutamente todos vestían prendas de látex. Las edades variaban, había parejas muy jóvenes y otras no tanto. A un costado, las escaleras descendían hasta la playa, donde también había gente nadando en el mar.
Beate y Gerhard ordenaron un par de tragos y se dirigieron al costado de las piletas, donde un grupo de gente se congregaba. Allí pudieron ver que se trataba de una performance donde una dómina  vestida en el más estricto látex negro entrenaba a dos jóvenes asistentes como ponygirls.
Tras la demostración, el público aplaudió calurosamente, haciendo que la dómina felicitara a las ponygirls por su desempeño.
Beate miró el folleto de programas y le comento pícara a Gerhard:
– ¿quieres ir a la clínica fetish de hoy?, mira, se trata sobre técnicas de control estricto de respiración -..
Gerhard dijo:
– Claro! -.

Esa noche todos estuvieron invitados a la cena formal del hotel. Debían presentarse con un muy estricto dress code. Los invitados debían cubrir su cuerpo completamente con látex. No estaba permitido mostrar ninguna parte del cuerpo sin él salvo los ojos. Los hombres en catsuit negro, máscara y botas. Las mujeres debían llevar catsuit blanco, corset y botas de ballet negras. Podían agregar a eso cualquier otra prenda a tono.
Beate no tenía un catsuit blanco, por lo que ordenó uno por la pantalla de la habitación. A los 10 minutos golpearon a la puerta. Dos asistentes, una silenciosa y la otra con apertura para la boca ingresaron.
De una bolsa con percha de las que se usan para guardar trajes, sacaron varios modelos de catsuit. Todos ellos aproximaban al talle que Beate había elegido.
La asistente dijo:
– Puede elegir el sistema de cierres que prefiera, incluso tenemos sin cierre -.
Beate pensó un momento y dijo:
– Amor!, cual crees que me quedará mejor? -.
Gerhard estaba en el baño untándose el gel para ponerse su catsuit. Al oir esa pregunta se detuvo e hizo un gesto de tediosa inevitabilidad y dijo:
– cualquiera, es solo una cena Gummi-B! -.
Beate miro a las asistentes y les murmuró:
– Hombres…No entienden nada..-
La asistente sonrió y dijo:
– Pruebe el sin cierres, se adhiere en forma deliciosa y hace una figura muy sexy, a todos les encantara -.
– Ahh, tú si me entiendes…- dijo Beate.

Tras una seña la asistente silenciosa tomó el gel lubricante y comenzó a untar a Beate, quien se quedo parada con brazos y piernas extendidos. Luego tomó el catsuit, estiró la apertura del cuello lo más que pudo y fue hacia Beate para comenzar a ponérselo, pero ésta la detuvo y dijo:
– No espera, primero quiero mi tanga especial – mientras señalaba una prenda que estaba sobre la cama. Era una tanga con dildos internos, unos vaginal y otro anal que quedaban insertos al llevarla puesta. La asistente dejó que Beate se la colocara en posición y una vez lista, procedió a deslizarle el catsuit desde los pies. Luego deslizaron minuciosamente la máscara sobre su cabeza. Al terminar, tomaron el abrillantador y comenzaron a untarla, desde la cabeza hasta los pies, quedando como una escultura brillante. Luego tomaron el corset de grueso látex y Beate levantó los brazos para que se lo colocaran, se lo ataron por detrás. Ahora la figura de Beate era todavía más sexy.
Finalmente, tomó sus botas de ballet negras y recostándose sobre la cama extendió su pie hacia la asistente silenciosa, quien tomó la bota y se la deslizó hasta quedar en su lugar.
Beate la miró a los ojos mientras lo hacía y le tocó el brazo con la mano, acariciándolo. Toda esta situación, el sentirse penetrada por los dildos, ver a esa sensual joven silenciosa que con tanta suavidad la cubría el látex, la había excitado.
La asistente silenciosa le devolvió una mirada sexy y miró a la otra esperando una autorización. Aquella asintió con la cabeza.
Beate se incorporó en la cama y tomándole la cara con ambas manos paso su lengua por donde la máscara le cubría la boca. Y a pesar de no haber contacto, sintió que del otro lado del látex una lengua le correspondía.
La tensión sexual estaba en el aire, pero Beate se contuvo y dijo guiñando un ojo:
-Otro día seguimos..–

Las asistentes se retiraron y Gerhard salió del baño ya vestido. Miró a Beate que estaba aun recostada sobre la cama suspirando y tocándose los pezones y dijo:
– Wow!, vaya mi suerte, un ángel de látex en mi propia habitación!.-.
Beate sonrió y respondió:
– Eres un tonto -..

Ya en la cena se sentaron a una gran mesa redonda, con otras 10 parejas. La idea era conocerse y compartir una cena formal como invitados de la Sra. Gubber.
Tras la velada, en donde no faltaron las perfomance de alto contenido fetish y algunos divertidos juegos grupales, Beate y Gerhard se retiraron.
La cama king size tenía sabanas y almohadas de látex, pero también podían ordenar una cama de vacío vertical.
Gerhard, que había notado una excitación inusual de Beate durante toda la noche, pensó en un delicioso juego. Al entrar en la habitación le dijo:
– Tengo una sorpresa para ti Gummi-B, pedí una cama de vació, ¿quieres ser la primera en probarla? -.
Beate aceptó dudosa. A ella le encantaba tanto como a él, pero no estaba tan segura de las intenciones de su marido. De todas maneras accedió.
Gerhard la ayudo primero a quitarse las botas de ballet y luego a ingresar entre las dos capas de látex. Tomó un mordillo inflable y se lo puso en la boca, luego lo enhebró por el pequeño agujero de respiración de la cama. Esta cama de vacío tenía un círculo de látex transparente a la altura de la cabeza, para que quien estuviese dentro pudiera ver hacia fuera.
A continuación encendió el vacío y lentamente Beate fue siendo confinada por el látex hasta que quedó completamente inmóvil, suspendida verticalmente del soporte.
Mirándolo a Gerhrard, dejó salir un gemido que mostraba su deseo de tocarse.
Su marido le hizo una pícara seña de negación, y le dijo:
-Te has portado bien hoy? –
Beate respondió asintiendo.
Entonces Gerhard tomó un Violet Wand y comenzó a frotarlo sobre el clítoris de Beate, quien inmediatamente comenzó a gemir. Luego subió hacia sus pezones y continuó por algunos minutos, estimulando y retirando cuando veía que su esposa se acercaba al clímax. Beate rezongaba, pero no podía hacer nada.
Finalmente se le acercó y le dijo con malicia:
– No creas que no te ví hoy cuando te insertaste los dildos en secreto……No creas que no te vi cuando te lanzaste sobre esa apetecible asistente..….-
Beate abrió grandes los ojos y se dio cuenta de que había sido descubierta, y peor aun, que  estaba a merced de su marido.

Tocaron a la puerta y para su sorpresa ingresaron dos asistentes silenciosas. Traían consigo dos valijas. Beate las miró fijamente. ¿Qué iban a hacer?.
Gerhard les dijo:
– prepárenla para el tratamiento. Hoy pasará una noche especial – y se recostó sobre la cama.

Una de ella abrió las valijas y sacó una especie de mochila que colgó del soporte de la cama de vacío. Luego tomó varios tubos de goma corrugados y los conectó entre si. Finalmente tomó el extremo por donde Beate respiraba y lo conectó al circuito.
Beate enseguida notó que debía hacer un mayor esfuerzo para respirar y el aire ahora tenía un intenso aroma a látex. Lentamente su respiración se agitó a medida que la excitación en ella crecía. Luego las otra asistente tomó el Violet Wand y comenzó a estimularla pero cuidando de que no pudiera llegar al orgasmo. Beate enloqueció de calentura. Mientras tanto Gerhard es la cama, sonreía.

Pasó más de media hora de negación del orgasmo. Cada tanto las asistentes se detenían y flirteaban entre ellas, mirándola, besándose o frotándose los cuerpos de látex frente a Beate, quien a esta altura ya estaba completamente desesperaba por acabarse.
Finalmente Gerhard les dio la orden y ambas asistentes comenzaron a recorrer el cuerpo enfundado e inmóvil de su esposa con sus manos de látex. Una de ella cerró el ingreso de la bolsa de aroma y Beate quedó aislada del aire exterior. Respirando el aire remanente del circuito que se cargaba mas y mas del perfume del látex. Comenzó a gemir como nunca, excitada por la situación y el sofoco, mirándolas fogosamente a través del látex transparente.
La otra tomó el violet wand y lo hundió a máxima potencia sobre el clítoris de Beate………..
CLIMAX

El gemido fue estrepitoso y su cuerpo se sacudió violentamente. Rápidamente reabrieron el ingreso de aire y Beate continuó gritando su orgasmo durante varios segundos, luego se fue relajando, casi ausente, en un éxtasis que duró largo rato.
Las asistentes se retiraron. Gerhard fue hasta su esposa y le dijo:
– Pasarás esta noche sellada….como hace mucho tiempo, ¿recuerdas?.-
Beate sonrió, y se quedó completamente dormida.

A la mañana siguiente se despertó estimulada suavemente. Seguía conectada a la bolsa de aroma y eso la excitaba. Luego de unos minutos Gerhard desconectó el vacío y la ayudó a bajarse. Le quito el mordillo, la tomo por la cintura y la besó apasionadamente. Beate lo arrastró hacia la cama…

Los días transcurrieron entre comidas, paseos, shows y playa. No todo era fetichismo, Gerhard y Beate se dieron tiempo también para las cosas simples que hacía tiempo extrañaban, como compartir una ceremonia de te, o un safari fotográfico por los esplendidos bosques de la isla o quizás solo leer. Había tiempo para todo.
Llegado el décimo día, Beate le dijo a su esposo que esa tarde lo esperaría en la habitación ambientada como clínica. Sin decirle, ella había hecho la reserva con varios días de anticipación.
Le dijo a su esposo que fuera a una hora determinada y que ella lo estaría esperando.

Al llegar la hora, Gerhard fue hasta la puerta y tocó. La puerta se abrió pero frente a él no estaba Beate, sino una asistente no-silenciosa, que le dijo:
– Bienvenido!, le estábamos esperando, pase por favor -.
Gerhard entro. La ambientación era perfecta. Tenia todos los aditamentos, todos los equipos, las paredes, era una sala de reexaminación real!.
Junto a la silla-camilla estaba parada una silenciosa vestida de enfermera de látex, quien le hizo ademán de bienvenida.
– Siéntese por favor, debemos prepararlo – dijo la primera.

Gerhard se sentó y se recostó ligeramente. A la orden de la otra, la enfermera silenciosa comenzó a preparar una bandeja con multitud de elementos y el preguntó:
– ¿Donde esta mi esposa? -.
– Relájese, necesitamos prepararlo para el servicio – dijo la otra..
Gerhard asumió que se trataba de una puesta en escena y se relajó.

Lo primero fue colocarle un catsuit rojo con cierres en a entrepierna. Después fue nuevamente puesto en la silla y le colocaron una funda para pene. Luego, la enfermera silenciosa se puso lubricante en su dedo de látex y procedió a insertarlo en el ano de Gerhard, quien ya estaba excitado por la situación, seguido esto le fue colocado un tapón anal inflable, quedando fijo en posición.
A continuación le deslizaron una mascara con apertura para ojos con una funda de látex incluida. La asistente le ordenó abrir la boca y con sus dedos la fue metiendo y acomodando hasta que cubrió completamente sus dientes, paladar y lengua.
Entre las dos le colocaron un par de botas de ballet altísimas y lo hicieron ponerse de pie. Esto sirvió para que pudieran también colocarle un ceñido corset rojo, que le daba una figura casi femenina. Si bien no era lo que mas le gustaba a Gerhard, ya había practicado con Beate algunos cambios de rol e el pasado. Pero Beate seguía sin aparecer
Le colocaron un collar con cadena al cuello y le hicieron caminar ida y vuelta para acostumbrarlo a su nueva situación. En ese momento entró a la habitación una dómina cubierta con una larga capa negra. Gerhard la miro intrigado pues no la esperaba.
Esta se acercó mirándolo de arriba abajo y dijo:
– Vaya, no es gran cosa, pero de todos modos probaremos si sirve -.
Hizo una seña y la asistente le gritó:
– Camina! -.

Para sorpresa de Gerhard le hicieron cruzar todo el parque principal, que estaba atestado de gente que lo miraba pero no se sorprendía, sino que lo alentaba y festejaba. Confundido fue conducido hasta un salón elegante que no había visto antes. Estaba ambientado todo en color rosado.

La domina dijo:
– Quédate allí hasta que te llame! -, señalándolo a Gerhard.

La asistente y la enfermera silenciosa fueron hasta la domina y le quitaron la capa, dejando a la vista su figura. Tenia puesto un fino catsuit transparente que cubría todo su cuerpo. Encima de este un corset negro, medias negras, portaligas, guantes de opera y un par de hermosas botas de caña alta. Para Gerhard había algo en ella que le parecía familiar.
La dómina tomó una fusta y con decisión fue hasta las asistentes. Ambas se quedaron en silencio e inmóviles mientras ella las recorría con la mirada altiva. Mas atrás Gerhard miraba inmóvil.
La domina le dijo a la asistente:
– Así que me trajiste un ejemplar….bien lo probaremos -.

La dómina fue hasta un sofá y se recostó, luego la llamó y la hizo arrodillarse frente a ella. Llevándola con la fusta, se bajo el cierre de la entrepierna y le acercó el rostro en evidente intención de que le diese servicio oral.
La asistente no dudo y comenzó de inmediato a actuar con su lengua sobre el clítoris de su ama. Luego ésta hizo una seña y la enfermera silenciosa fue hasta ellas. Se colocó por detrás del sofá y con sus manos de látex comenzó a masajearle los pezones. Mientras tanto Gerhard presenciaba en silencio la situación. La escena era tremendamente excitante pero sabía que no le permitirían obtener gratificación.
Pasaron los minutos y la dómina gemía de placer mientras ambas asistentes seguían sus órdenes. La situación continuó hasta que le pidió a la asistente que se detuviera y le colocara una mascara anti gas a la enfermera silenciosa. Así lo hizo.
La enfermera no opuso resistencia y la otra le deslizó la mascara sobre le rostro. La manguera de entrada estaba conectada a una pequeña bolsa de aroma que se inflaba y desinflaba al ritmo de su respiración.
La dómina se puso de pie y le ordenó a la enfermera silenciosa a sentarse en el sofá. Luego, la asistente fue hacia ella.
Primero comenzó acariciándola, recorriéndola con sus dedos, La enfermera le correspondió poniendo sus manos sobre las de ella e imitando el movimiento. Luego la asistente le bajo el cierre del catsuit, dejando a la vista su vagina, que ya estaba húmeda. Amagó acercar el rostro pero la dómina la detuvo con la fusta y dijo:
– No!, quiero que nuestro nuevo juguete lo haga -.
– Acércate! – Le gritó a Gerhard.

El fue hacia el sofá. Al llegar se puso de rodillas frente a la enfermera silenciosa. Abrió su boca y salió una lengua enfundada en látex.
La enfermera tomó su cabeza con ambas manos y la presionó contra su vagina. Gerhard sin dudarlo comenzó a darle servicio oral. Mientras, la asistente ahora le masajeaba los pezones.
La dómina miraba la escena sonriendo Gerhard movía su lengua de látex frenéticamente al tiempo que ella le daba golpecitos con la fusta y tiraba del collar como manejado a un portillo.

Durante un rato la enfermera silenciosa se entregó al inmenso placer que le era permitido, hasta que de repente la dómina se le acercó y mirándola fijamente tomó la bolsa de aroma y cerró la válvula de ingreso de aire.
La enfermera la miró con lujuria y comenzó a gemir a grandes bocanadas.

Paso casi un minuto….el aire en sus pulmones se saturaba y el aroma a látex la llenaba por completo. La bolsa se inflaba y desinflaba cada vez mas rápido. La enfermera llevó instintivamente sus manos a sus pezones cubiertos de látex y empezó a frotarlos mirando fijamente a Gerhard hasta que ya no pudo contenerse…
De repente sus ojos se elevaron, su cuerpo de puso tenso y dentro de su sellada mascara gritó desbocadamente un descomunal orgasmo.

La domina abrió de nuevo la válvula, pero Gerhard continuo dándole servicio y no se detuvo.
La enfermera siguió temblando, el placer recorría en intensas oleadas todo su cuerpo.
Gerhard fue alejado por la fusta y puesto de pie.
– Es suficiente! -,dijo la dómina – has servido bien, te permitiré una gratificación -.

De inmediato la asistente fue hacia Gerhard y lo rodeo con sus brazos. Luego fue arrodillándose sensualmente hasta quedar frente a su pene enfundado y mirándolo a los ojos abrió su boca. Gerhard estaba en el cielo, pero dudo un instante. Tomó la cabeza de la asistente y suavemente la hizo ponerse de pie.
La domina le dijo:
– Acaso no te parece apetecible?, ¿Desobedeces mi orden? -.
Gerhard le hizo una seña.
La dómina rió.
– ¿Estas seguro? -.
Gerhard asintió con la cabeza.
Hubo silencio.
– Has elegido sabiamente- dijo la dómina.

En el sofá, aun recostada e inmóvil estaba la enfermera silenciosa, que se recuperaba de su orgasmo. Lentamente se quitó la máscara antigas y luego la máscara de látex.
Gerhard la miró extrañado. La enfermera silenciosa era Beate!, quien fue hacia él y lo besó.
La boca de Gerhard era totalmente de látex y la sensación para ellos fue extraña e intensa.

Beate se fue arrodillando lentamente hasta quedar frente a frente con el pene enfundado de su marido y mirándolo fijamente a los ojos se lo metió en la boca por completo.
Gerhard no tardó en eyacularse.

Luego de los 15 días de estadía, Beate y Gerhard emprendieron el regreso. El viaje de vuelta paso sin sobresaltos, estuvieron abrazados todo el trayecto, recordando cada una de sus actividades y los momentos vividos.
En el viaje en limousine hasta su casa, Gerhard le dijo a su esposa:
– Gummi-B eres mi sueño de látex -.
Beate lo miró fijamente, parecía que iría a decir algo pero en lugar de eso lo besó.

FIN

 

Titulo original: Der Gummi-Hotel
Autor: Gummix
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Una respuesta to “Relatos – Rubbairlines”

  1. Ondu Says:

    Muy bueno Gerez!!!!! Extrañaba leer cuentos!!! Saludos. Ondu

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