Relatos – El Experimento

El Experimento
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Anna se despertó y echó un vistazo al reloj, “Lunes 07:06 am” decía. Miró entonces hacia los pies de la cama y vió su maletín en el suelo.
Cerró sus ojos por unos minutos y sonrió. Vacaciones…., había estado esperando por esto hacía tiempo e iba a saborear cada momento posible. Lo siguiente que vió fue el reloj indicando las 07:40.
“Mierda”, pensó, el taxi estará aquí a las 08:00!.

Anna saltó  de la cama y se apresuró a ir al baño. La idea era más bien despertarse antes que lavarse. El agua fría hizo su trabajo y Anna volvió corriendo a su habitación para vestirse. Como se conocía, había empacado todo la noche anterior, de manera de estar lista. Sonó el timbre.
“Mierda”, el taxi ya llegó, se dijo.
Presionó el botón y respondió, “bajaré en un minuto!”.
«No hay problema» respondió el taxista.

Terminó de vestirse a las corridas, tomó su valija y cartera y bajó corriendo. El chofer tomó su valija y ella se subió al auto. El chofer se subió y miró a Anna por el espejo retrovisor.
“A la estación, verdad?”, dijo él.
«Si, por favor», respondió Anna.

El auto arrancó y ella respiró hondo, cerrando los ojos y pensando “mis vacaciones acaban de empezar”…..

Anna se despertó, pero algo andaba mal, Yacía en el piso sobre una superficie dura, como el piso. Abrió los ojos, estaba en el piso. “Cómo llegué aquí?”, se preguntó y luego, “Dónde estoy?”.
Estaba en una habitación de 6 x 6 metros con una gran pantalla de TV en la pared. A un lado una cama sin hacer, un pequeño lavamanos al otro y una silla mas allá junto a una mesa. Parecía como un estudio o una habitación de hotel. Lo único extraño es que no había puerta.
“Hola?”, Dijo Anna en voz alta. “Donde estoy?”.
Nadie respondió. De repente la pantalla se encendió y un texto apareció en ella.
“Hola Anna”, decía, “Ha habido un leve cambio en tus vacaciones, te quedarás aquí por los próximos 10 días”.
“Donde es aquí?”. “Cómo salgo de aquí?”, Quiero volver a mis vacaciones!, exclamó!.
La pantalla cambió y ahora decía:
“Lo sentimos, eso no es posible. Pero te aseguramos que no te haremos daño, en 10 días estarás de vuelta en casa”.
“Por qué estoy aquí?, por qué yo?.
“No podemos decírtelo. Solamente sabe que no te haremos daño”.
“Eso suena a mentira burda” respondió Anna.
“Sea cual sea la verdad, Sobre la mesa hay una caja. Dentro de la caja hay una afeitadora y crema de afeitar. Desvístete y pon tus ropas en la caja. Luego depílate la entrepierna”. Se leyó en la pantalla.
“Y qué si no quiero?. Dijeron que no me harían daño, así que harán si me niego a hacerlo?”. Anna pensó que los había vencido.
“No te lastimaremos, Pero podemos hacerte la vida difícil” decía la pantalla.
“Bueno, inténtenlo. Me niego a obedecerles!”. Sentenció Anna.

Dicho eso se apagó la pantalla y luego las luces. Anna quedó en completa y total oscuridad ya que la habitación no tenía ventanas. A continuación comenzó a sentir una brisa fresca que rápidamente se volvió muy fría.. Trató de moverse por la habitación buscando refugio pero sólo logró tropezarse con los muebles y ningún lugar estaba a salvo del frío.
Si bien estaba determinada a vencer, no tenía la ropa adecuada para soportar esa temperatura y pronto empezó a temblar. Luego de cinco minutos, empezó a pensar que depilarse la entrepierna no era tan terrible.

“Ok, me rindo, me depilaré”. dijo Anna e inmediatamente la pantalla se encendió.
“Estás segura?”.
“Si, lo prometo, ahora denme un poco de calor”, respondió.
Las luces volvieron y una corriente de aire cálido rápidamente calentó la habitación.

Anna fue hasta la mesa y abrió la caja. Tomó la afeitadora y la crema, se desvistió y puso su ropa en la caja como le habían pedido. Luego se dirigió al lavamanos y comenzó a afeitarse. Al cabo de un rato estaba completamente depilada, terminó de limpiarse y secarse y dijo:
“Listo, están contentos, malditos pervertidos?”.
“Pon la caja en la ranura debajo de la pantalla”.
“Qué?, acaso estaré desnuda por 10 días?” Se quejó Anna.
“No, te daremos ropas nuevas”.

Anna tomó la caja y fue hacia la ranura. Trató de mirar a través de ella pero no vió nada. Colocó la caja y ésta desapareció. Luego se quedó parada esperando la nueva instrucción.
“Bajo la cama hay tres valijas. toma la roja y ábrela, el código es 3356”.
Anna fue hasta allí, tomó la roja y la tiró sobre la cama. Puso el código y la abrió. En su interior había una máscara de latex, un catsuit de latex y frasco de talco, lubricante y varios dildos.

“Entalca la máscara y el catsuit y póntelos”.
“Uds. son pervertidos, verdad?” dijo Anna, pero no hubo respuesta.
Tomó la máscara y la deslizó en sobre su cabeza acomodando al tiempo su cabello. La máscara tenía aperturas para los ojos, boca y naríz. Luego de acomodársela en su lugar sintió el latex frío presionado su rostro.

“Ponte talco en el cuerpo y luego el catsuit”.

Anna lo hizo. colocó sus pies primero y se fue enfundando en el traje que tenía guantes y píes incluídos. Luego vió que el cierre en la espalda tenía un cordón para poder sujetarlo y se subió el cierre hasta el cuello. ahora estaba completamente enfundada en latex.

“Ok, cuál es el plan?, se supone que use esto por 10 días?”. Preguntó Anna.
“Si, ese es parte del plan. Ahora elige un dildo que te llene y póntelo”.

Anna miró los dildos y tomó el más pequeño. Luego le puso bastante lubricante y se lo insertó en la vagina. Unos segundos después la pantalla decía:

“Te sientes llena?”.
“Mmm, en realidad no”, dijo Anna.
“Ok, ponte uno mas grande, entonces”.

Tomó uno más grande y se lo insertó. Al hacerlo dejó escapar un gemido involuntario que fue respondido por la pantalla.

“Perfecto, ahora súbete el cierre de la entrepierna para que quede retenido”.
“Y ahora que?”. Respondió Anna.
“Puedes hacer lo que quieras durante la próxima hora. sin embargo debes permanecer enfundada en latex y con el dildo insertado”. Dijo la pantalla.

Anna, pensó que tampoco era tan malo. A un costado había un estante con una colección de DVDs y otro con libros. Tomó un DVD que le interesó y lo puso en la lectora debajo de la pantalla. Inmediatamente la película comenzó y Anna se sentó en un sillón.
Pasado un largo rato, de repente la película se puso en pausa y la pantalla mostraba ahora la siguiente leyenda:
“Mastúrbate”
“Que?!”, Exclamó Anna.
“Mastúrbate y acábate, debes tener al menos un orgasmo y luego podrás seguir viendo la película. Puedes usar el dildo que llevas inserto”, insistió el texto.

Anna quedó atónita ante semejante pedido. Realmente no esperaba esto y mientras pensaba, la pantalla empezó a flashear insistiendo con la palabra
“Mastúrbate”.
Anna abrió sus piernas, bajo el cierre y comenzó a frotar y mover el Dildo en su vagina. Casi inmediatamente empezó a mojarse y el dildo se deslizó mucho más fácil. A pesar de lo que ella creía el orgasmo no tardó en llegar y tras un gemido fuerte se dejó caer en el sillón disfrutando la sensación. Al abrir los ojos, la pantalla ahora decía:
“Ponte de nuevo el dildo y súbete el cierre”

Lo hizo, pero su estado de estimulación reciente la hizo temblar al reinsertárselo. Al subirse el cierre, la película continuó.
Al finalizar el film, siguió allí sentada hasta que de repente la pantalla dijo:

“Mastúrbate”.
“Otra ves??”. Protestó Anna.
“Si, mastúrbate”.

Anna no tenía demasiadas opciones así que lo hizo. Esta vez el orgasmo tardó mas en llegar, peor no por ello fue menos intenso. Nuevamente se dejó estar en el sillón, ausente y relajada. Luego se colocó el dildo en la vagina y subió el cierre, como sabiendo lo que decía hacer.

“Bien, en una rato te daremos la comida”.
En algún momento en la pared se abrió una ranura y apareció un bowl con fideos, cubiertos, servilletas y un postre.
“Mmm, comida”, dijo Anna.
“Déjate la mascara puesta y come”, dijo la pantalla.
“Ok”, dijo Anna.
Cuando terminó, fue por otro DVD y miró otra película. Casi al final de la misma, se puso en pausa y apareció otra vez esa palabra.
“Mastúrbate”.
“Hasta cuando??”, protestó Anna.
“Luego podrás irte a dormir”.

Anna de nuevo accedió y luego de un rato de tocarse estalló un orgasmo que la dejó exhausta. Casi arrastrándose fue hasta la cama y descubrió que las sábanas y la almohada eran de latex.
“Dormirás así enfundada, Buenas noches”. Y la pantalla se apagó, lo mismo que las luces.
En algún momento Anna cayó dormida y pasaron horas indefinidas hasta que la pantalla volvió a encenderse con la palabra:
“Mastúrbate”.
Esta vez Ana que estaba muy relajada y somnolienta se frotó con entusiasmo a la vez que pensaba que esa sí que era una manera de despertarse.
“El desayuno esta servido”, Indicó la pantalla.
Anna, fue directo a desayunar y al terminar colocó la bandeja en la ranura.
“Buena chica”, decía la pantalla.
“Cual es la agenda para hoy?”. Preguntó Anna.
“Vístete con las prendas que están en la otra valija, luego puedes hacer lo que quieras.”.
Anna abrió la valija y encontró una blusa color crema y una pollera color verde ambas de latex. Además, había un par de botas de taco alto bastante raras.
Procedió a ponerse las brillante botas negras. Tenían lazos para ajustarlas, pero al meter su pie de latex en una de ellas, se sorprendió que sus dedos hicieron tope y su pie quedó alineado con su tobillo, forzándolo como “de puntillas”. Primero no entendió, pero prosiguió atando firmemente los lazos. Luego se puso la otra bota.

Hecho esto se puso la pollera y la blusa sobre su catsuit e intentó ponerse de pie. Al hacerlo, casi se cae de bruces, pero luego de algunos intentos haciendo equilibrio, logró finalmente mantenerse de pie. Anna se sintió orgullosa de que había logrado pararse y miró desafiante a la pantalla.
“Y ahora qué?”. dijo ella.
La pantalla se prendió y apareció la palabra:
“Mastúrbate”.
Anna en realidad, mas que negarse se sentía excitada, las prendas que llevaba puesta le gustaban y se sentía sexy por lo que casi de inmediato se tiró en la cama, se subió la pollera y abriendo sus piernas comenzó a frotarse hasta acabar.
“Así que este es el plan?”. Preguntó.
“Si, cada dos horas te masturbarás y permanecerás enfundad en latex”. Dijo la pantalla.
Y así pasó el día, entre lectura de libros, películas en DVD, almorzando o cenando. Cada hora la pantalla se interrumpía y ella debía masturbarse. Pero ya no oponía resistencia, le había llegado a gustar.
Al final del día, estaba exhausta por lo que sus últimos orgasmos tardaron más en llegar.

Pasaron los días de rutina. Durante el día se vestía con la blusa, la pollera y las botas de ballet y durante la noche solo con el catsuit. Cada hora se masturbaba, a veces anticipaba la indicación de la pantalla. Incluso notó que su vagina ahora anticipaba su ritual y casi sentía necesidad de satisfacerse aún a última hora del día. Aún así Anna contaba los días, esperando ansiosa salir de allí. Tal es así que al noveno día preguntó:
“Me liberarán mañana?”.
“Por supuesto”, respondió la pantalla.
Esa noche, se fue a dormir muy ansiosa….

Anna se despertó y vió su reloj despertador marcado las 08:30 am. Instantáneamente pegó un saltó y miró a su alrededor. ¡Estaba en su habitación!.. Ya no estaba enfundada en latex, sino en su pijama normal.

Tratando de comprender las cosas, prendió la radio y oyó que efectivamente habían pasado diez días, con lo que su confusión se despejó pero otras dudas le surgieron. Sin embargo Anna notó algo, estaba ligeramente excitada y sintió como su vagina se mojaba pidiendo atención, a lo que respondió llevando sus dedos a su clítoris para acabarse, cosa que no tardó en ocurrir.

Al levantarse camino descalza hasta el baño pero le resultó molesto, sentía la necesidad de caminar con tacos altos y corrió a su placard para ponerse sus botas de cuero.
Recorriendo su casa no notó ninguna cosa fuera de lugar, todo estaba como si nunca se hubiese ido. Sobre la mesa ratona había varias cartas que eran pagos y servicios y un sobre mas grande que le llamó la atención.

Para su sorpresa, su heladera tenía comida, por lo que preparó un desayuno y procedió a abrir ese gran sobre mientras desayunaba. Al abrirlo vió que era un catálogo de ropa de latex. Pasando las páginas reconoció algunas de las prendas que había usado en su extraño viaje.
Casi sin darse cuenta, repasó una y otra vez el catálogo mirando cada prenda.

Al terminar, decidió que debía ir a hacer las compras de la casa, así que se vistió y salió caminando con sus botas altas. Aun tenia miedo de llamar un a taxi recordando lo que le había pasado. En el super, caminó por los pasillos y se quedó un rato en la góndola de limpieza, pero aunque no necesitaba nada de allí, los guantes de goma comunes la atrajeron.

Se quedó mirándolos ausente, hasta que vió unos guantes de otra marca, que eran sencillos guantes de goma pero negros y con un cierto brillo. Sin poder entender, sintió que su corazón latía fuerte e instintivamente tomó un paquete y los puso en su canasta.

Al llenar las bolsas en la caja, se aseguró de dejar los guantes arriba de todo para tenerlos a mano. Salió del supermercado y comenzó a caminar hacia su casa. A medio camino se sentó en un banco para descansar, en parte porque sus pies le dolían por los tacos que llevaba y en parte para echarle un vistazo a su compra, los guantes de latex.
Abrió el paquete y sintió la textura de la goma en sus manos, su aroma. Eso le hizo recordar su experiencia reciente y sentir una creciente excitación  No sabía bien por qué le pasaba esto, pero sí sabía que quería llegar rápido a su casa para poder acabar.
Anna guardó los guantes en la bolsa y volvió a su casa.

Al llegar a su casa, dejó la bolsa en la cocina y tomó los guantes, dirigiéndose directamente hacia su habitación. En el camino pasó por el baño y los entalcó ligeramente por dentro. Se sentó sobre su cama, enfundó sus manos en ellos y se levantó la pollera, dejando al descubierto su vagina que ya estaba muy mojada para entonces, cosa que le sorprendió.

Introdujo dos dedos de una mano en ella y comenzó a frotarse, con la otra comenzó a masajearse los pezones. Muy pronto sintió un potente orgasmo creciendo en su interior, a la vez que se tocaba con sus manos de latex. En medio de ese clamor, llevó una de sus manos a su boca y comenzó a succionar sus dedos. No hubo lugar para más, el orgasmo estalló y cayó sacudiéndose sobre la cama.

Pasado un largo rato, Anna se levantó y fue hasta la sala, allí tomó el catálogo de prendas de latex y comenzó a hojearlo nuevamente. Aun llevaba sus guantes de latex puestos y pasaba las páginas con una mano al tiempo que se frotaba el clítoris con la otra.

En ese momento decidió que debía comprar algunas de esas prendas. Al ver la lista de precios vió que no eran baratas y que había una tienda a una hora en tren de su casa.
Al pensar en enfundarse en latex, sintió nuevamente excitación…

Pasado un nuevo orgasmo, se vistió para salir. Pero primero se depiló de nuevo la entrepierna. Luego se puso la ropa, los tacos y salió. En su cartera llevaba los guantes de latex.
Veinte minutos después llegó a la estación de tren justó a tiempo para sacar el boleto y subir. Al llegar el tren subió y se acomodó en un asiento cerca de la ventana.

A la media hora de viaje, su vagina ya estaba mojada de pensar en el latex que iba a comprar. Anna tanteó su cartera, instintivamente buscó los guantes y se levantó para ir hacia el baño del tren. Aunque no fuera el lugar más glamoroso, trabó la puerta, se puso sus guantes de latex negros e introdujo sus dedos de latex en su clítoris. Anna se acabó sin más.

Al terminar guardó sus cosas y volvió a su asiento. el resto del viaje fue una aburrida espera. Al llegar a la estación, bajó y se dirigió caminando a la tienda. Unos diez minutos después había llegado. Miró primero la vidriera, había varios maniquíes vestidos en prendas de latex. Un poco avergonzada tomó coraje y entró. Ni bien lo hizo, un aroma a latex la invadió. Casi de inmediato sintió excitación.
Comenzó a deambular por las góndolas mirando las prendas y productos en los estantes. El primer item que la atrajo fueron las máscaras. Había de muchos colores y formatos y le recordaban la que ella había usado. A continuación, fue hacia los catsuits, mirándolos y tratando de entender los talles.
“Creo que ud es talle S, señorita” dijo una voz amistosa algo lejos, que era del encargado de la tienda.
“Gracias” dijo Anna mirando hacia donde venía la voz.
Siguió mirándolos hasta que eligió uno con pies, sin manos y un cierre en la entrepierna.

Anna continuó dando vueltas por la tienda. Su impulso sexual llegaba hasta el techo, pero aún así no creyó apropiado pedirle al encargado las llaves del baño para satisfacerse.
Fue hacia donde estaban los vestidos y tomó uno rojo con mangas largo hasta los tobillos. Luego fue hacia el mostrador y pagó. Mientras el vendedor empacaba las cosas, ella vió un serie de dildos que estaban junto a la caja. Sin pensarlo señaló el más grande de todos y pidió que lo agregara a su compra.

El vendedor le dijo el costo total, que era bastante más elevado de lo que ella creía, pero lo pagó. Su impulso sexual se había apoderado de ella. Anna tomó las bolsas y se fue caminando de vuelta a la estación. Al llegar allí, sentía ansias incontenibles de masturbarse, por lo que ni bien subió al tren se fue directo hasta el baño. Trabó la puerta y revolvió las bolsas de sus compras tratando de encontrar el dildo. Hecho eso, se puso sus guantes de latex negro y se lo insertó en la vagina. Si excitación era tal que llegó al climax de inmediato, luego miró dentro las bolsas las prendas que había comprado y cerrando los ojos nuevamente llegó al orgasmo.

Ya relajada limpió el dildo, guardó todo y salió del baño, sentándose en el primer asiento que vió. El resto del viaje fue rutinario. Anna estaba ansiosa de llegar a su casa para poder vestirse de latex.

Ni bien llegó, fue directamente a su habitación, haciendo una escala en el baño para agarrar el talco. Se desvistió y una a una se fue poniendo las prendas de latex. Primero el catsuit, luego la máscara y finalmente los guantes. Hecho esto se recostó en la cama, bajó el cierre en su entrepierna y comenzó a frotar el dildo en su ya mojada vagina al tiempo que su mente volaba en fantasías. Luego del tercer orgasmo insertó completamente el dildo y cerró el cierre, quedando penetrada por completo.

Al rato se levantó y buscó en su placard un par de tacos altos que tenía. Le fascinó poner sus pies de latex en ellos y ver el resultado. Luego tomó el vestido de latex y se lo puso sobre el catsuit. Caminó frente al espejo mirándose y después se dirigió a la sala, prendió la computadora y se sentó. Al hacerlo sintió el dildo insertándose aún más.

Navegando por internet ingreso en su cuenta bancaria y para su sorpresa vió que habían depositado una importante suma de dinero que cubría con creces sus gastos recientes en latex. Su procedencia misteriosa le hizo pensar que de alguna forma eso estaba relacionado a su bizarra experiencia.

Anna pasó el resto de la tarde mirando páginas de ropa de latex en internet, seleccionado prendas pero sin hacer los pedidos. Ella decidió esperar hasta el otro día para hacerlo.

Ya a la noche y luego de un largo día, se fue a dormir. Se sacó el vestido y se acostó enfundada en latex. Anna de durmió después de acabarse una última vez.

A la mañana siguiente, lo primero que hizo Anna luego de desperezarse fue llevar sus manos de latex a sus pezones con un resultado inmediato. Luego se levantó y fue hasta la cocina a prepararse el desayuno. Estaba hambrienta luego de tanta actividad y de casi no haber comido. Ordenó un poco la casa y volvió a la computadora, chequeó sus mails y se dispuso a hacer los pedidos de ropa.

De repente golpearon la puerta. Su corazón se aceleró, estaba enfundada en latex y no estaba segura de dejarse ver así. Golpearon de nuevo pero más intensamente.
“Anna!” Exclamó una voz.
«Anna, sé que estás allí, necesito hablarte!».
Anna se sorprendió.
“Quien era?”, ella no reconocía esa voz.
Fue hasta la puerta y miró por la mirilla, pero vió a una mujer desconocida parada allí..
«Anna, debo hablarte sobre tus vacaciones y tus compras de ayer!”.
Anna abrió la puerta y la mujer entró, y al hacerlo la miró de reojo.
“Hola, soy Louise, tenemos que hablar sobre lo que te ha ocurrido”. dijo la mujer.
Anna cerró la puerta y le hizo ademán de que fuera a sentarse a la sala.
“Como sabe cosas sobre mi?”. por qué no le sorprende mi vestimenta? Que sabe de mis vacaciones?” Interpeló Anna.
“Despacio, dejame explicar, soy psicóloga y trabajo con un equipo de investigadores sobre comportamiento sexual”, Dijo Louise.
“Como sabes, existe gente a la que le atrae el latex, a otros les resulta repulsivo y otros son ambivalentes. Nuestro equipo desarrolló un experimento para analizar las reacciones de personas frente al latex. Parte de eso consistia en persuadirlos de que les gustara”. Explicó Louise, al tiempo que Anna la miraba fijo.
“Tu no eres la primera, pero si serás la última”.
“Por qué la última?”.
“Porque fallamos en anticipar los efectos que tendría en ti. Hasta ahora los resultados habían sido buenos. Algunos no fueron persuadidos en absoluto, otros solo un poco y otros mas, pero ninguno como tu”. dijo Louise preocupada.
“El resto de la gente siguió con su vida normal luego del experimento. Algunos compraron prendas de latex, pero nada llamativo. en cambio, tú en 24 hs has comprado gran cantidad de prendas, acabas de pedir más y tus niveles de excitación sexual han modificado tu comportamiento. No solo te hemos hecho gustar el latex, te hemos hecho adicta a él. Debemos llevarte de nuevo para desentrenarte y volverte normal”. Dijo Louise.
“Y como harán eso?”.
“La única opción viable es inducir estados que hagan que odies el latex. Sería cruel dejarte en este estado de lujuria adictiva”.
“Por que?”.
Louise quedó anonadada por la pregunta. No estaba preparada para semejante cosa. Se había imaginado tener que dar explicaciones y soportar insultos por el bizarro experimento. Pero esta situación la tomó desprevenida.
“Esperas pasar el resto de tus días vistiendo latex y buscando regularmente el climax?”. dijo Louise incrédula.
“Por que no?, seguro ud conoce mucha gente con este gusto, podría presentármela”. Dijo Anna.
“ Dices que quieres quedarte así?”. Preguntó Louise.
“Si”, dijo Anna luego de un momento de reflexión.
Louise se quedó en silencio por unos minutos.
“Ok, arreglaré una reunión con gente afín al latex. Te llamaré mas tarde para darte los detalles de hora y lugar”. Dijo Louise mientras tomaba su cartera y caminaba lentamente hacia la puerta.
“Me contactaré contigo pronto” dijo Louise y se marchó.
Anna cerró la puerta y se fue a la habitación. Se recostó en la cama y llevó sus manos a su entrepierna. Imaginar esa reunión la excitaba….

El resto de la mañana hizo quehaceres domésticos, cada tanto volvía a la habitación para acabarse y continuaba. Apenas terminaba su almuerzo cuando sonó el teléfono.

“Hola soy Louise, varias personas han accedido a conocerte este tarde. Te enviaré un taxi a las 6 pm. No temas esta gente está al tanto de lo que te ocurrió”. Dijo Louise.
“Sin sorpresas?”. pregunto Anna.
“sin sorpresas, lo prometo” afirmó Louise.
Anna pasó la tarde mirando televisión y se acabó una última vez antes de que el taxi llegara.
Sonó el timbre. Anna tomó su cartera, sus llaves y salió.
El taxista no pareció fijarse en que estaba enfundad en latex. Anna se subió al taxi y emprendieron viaje.
Al llegar al lujoso hotel, Louise la estaba esperando.
“Hey, esperaba que al menos te taparas un poco!, o al menos vinieras sin la máscara!” Exclamó Louise alarmada.
“Amo el latex, me gusta así”. rechazó Anna.
Louise hizo ademán con su cabeza como desaprobando y la guió al lobby. Al costado había un salón tras un cortinado. Al correrlo Louise dijo:
“Esta es Anna”,
Una mujer voluptuosa con un vestido de latex se acercó y le dijo:
“Hola, un placer conocerle, por favor venga la presentaré”.
Anna estaba nerviosa al principio, pero luego se relajó al notar que las personas que estaban allí, eran tranquilas y distendidas. Louise se fue y Anna se quedó en la reunión.

Un hombre entre los presentes llamado John le atrajo la mirada, así que se acercó a él y se pusieron a charlar. a medida que la reunión avanzó, se volvió evidente que había atracción entre ellos. Para entonces John estaba junto a una mesa con bocadillos y tragos. Anna, se acercó al oído de John y le susurró:
“Ya pasaron casi 3 horas desde mi último break…”.
Anna se dió media vuelta y se dirigió hacia las escaleras. John se levantó y la siguió.
Las escaleras llevaban a las habitaciones del hotel. Anna entró en la primera puerta y John detrás de ella, la cerró. Ahora estaban frente a frente junto a la cama y la exitación de Anna era extremadamente intensa. Miró fijo a John y le ordenó:
“Ponte boca arriba en la cama!”.
John obedeció sorprendido. Anna se subió a la cama y le bajó el sierre del pantalón de latex, dejando al descubierto su pene erecto, que estaba totalmente enfundado en latex incluyendo sus testículos. Anna se subió la pollera del vestido, abrió su cierre y retiró el dildo que llevaba inserto.
“ábrete de par en par” dijo Anna y le metió el dildo a John en la boca.
John no podía contener la exitación de la situación al probar los jugos de Anna.
“Podrás aguantar?”. Preguntó Anna sonriendo.
John asintió con la cabeza.
“Bien, me voy a satisfacer con tu pene. Tu solo podrás acabar cuando yo te lo diga, entendido?”.
John no sabía de este costado dominante de Anna, pero lo mas extraño es que ella tampoco. Era la primera vez que se sentía así de cómoda llevando el paso de la situación.
John de nuevo asintió.
Anna metió el pene de John en su vagina que ya estaba empapada. John gimió de placer y ella empezó a cabalgarlo. Hacía un tiempo que Anna no tenía relaciones con alguien y no le costó mucho acabarse.

Pasado el climax, pronto retomó el movimiento y continuó acabándose una y otra vez, mientras John hacía lo imposible por retener su orgasmo.
“Estas bien?”,preguntó Anna.
John asintió.
“Puedes acabarte ahora” dijo con cariño al tiempo que comenzó a cabalgarlo enérgicamente. John no aguantó mas y Anna vió en su cara el estallido de placer indetenible….

Unos minutos después, Anna quitó el dildo de la boca de John y se bajó, luego se sentó mas adelante y apoyó su vagina contra la boca de John, quien de inmediato comenzó a darle placer con la lengua. Anna tuvo varios orgasmos seguidos antes de tirarse a un costado de John exhausta. Se quedaron en silencio.

Pasado un largo rato, Anna se incorporó y se movió hacia la entrepierna de John. Tomó su pene de latex y comenzó a frotarlo con sus manos haciéndolo erigirse, al tiempo que dijo:
“Me volví una adicta al latex, deseo pasar mi vida vistiéndolo. Mi impulso sexual también se ha multiplicado, finalmente libere mis deseos reprimidos y por ende quiero un hombre que ame el latex y que llene mis deseos engomados. No quiero ser controlada ni dominada por nadie. Crees que podrías ser ese hombre?”.
John en medio del placer que sentía no contestó. Pero la apartó de su regazo y la colocó boca arriba sobre la cama. Luego le hizo abrir las piernas y la penetró.
“Soy un amante del latex tambien, deseo estar con una mujer que ame el latex, que viva en él y que me deje satisfacer sus fantasías. sin embargo, yo también tengo deseos” Dijo John.
“Y Cuales son?” Replicó Anna jadeando con los ojos cerrados.
“Primero, dejarás de buscar placer sexual con otras personas, eso te incluye a ti. No te masturbarás, solo yo lo haré. Para mi placer, llevarás puesto un tapón anal y usarás botas de ballet o tacos”. Dijo John.
Anna tomo la cabeza de John y la acercó a la suya.
“En ese caso, yo podré otra condición a cambio. Tú nunca buscarás placer sexual con otras personas. No te masturbarás si yo no lo ordeno” Dijo Anna retrucando.
John metió su lengua en la boca de Anna y le dió un beso apasionado, luego dijo:
“Estoy de acuerdo”.
John se levantó y buscó en un pequeño bolso que había traído y regresó a la cama. En sus manos traía un tapón anal y lubricante.. Anna lo miró sonriendo y levantó sus piernas, exponiendo su ano. John le aplico lubricante insertándole un dedo en él.

A continuación, John deslizó el tapón anal dilantando el esfinter de Anna, quien sintió la presencia del mismo con cierto resquemor. Una vez inserto, John la hizo poner boca arriba y la penetró.
“Y cómo planeas mantenerme enfundada en latex y acabándome?”. dijo Anna con voz cómplice..
“Bueno, yo soy el dueño de una tienda de ropa de latex. Podrías probar y modelar las prendas que vendo. A los/las clientes les gusta mas cuando alguien que las ha probado de verdad les recomienda o las lleva puestas.” Dijo John.
“Mmmh,. me gusta como suena eso”. respondió Anna.
“Además, voy a ampliar el rango de juguetes sexuales de la tienda. Sería interesante que alguien los pruebe y evalúe y luego asesore a los clientes”, siguió John.
Anna no le respondió, estaba completamente perdida en su orgasmo.

Aquella noche, John la despertó varias veces para hacerla acabar. Para Anna este era el inicio de su nueva vida….

FIN.

© Copyright 2009 – Rubber Ballet

2 respuestas to “Relatos – El Experimento”

  1. tapping Says:

    Hello! I just would like to give a huge thumbs up for the great info you have here on this post. I will be coming back to your blog for more soon.

  2. a Says:

    muy bueno!

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